Hacia una comprensión integral de la relación entre migración internacional y enfermedades infecciosas. De la creencia a la evidencia para la acción sanitaria en Chile
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2019, 2019
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Colegio Médico de Chile
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Abstract
La globalización y los movimientos migratorios de la población conllevan el problema de la transmisión de enfermedades y riesgos en la salud, tanto para los migrantes como para la población residente. En los últimos años el escenario mundial se ha visto desafiado por grandes masas de personas que se han movilizado desde países empobrecidos o en guerra hacia países más ricos, prósperos o con mayor estabilidad política y/o socioeconómica, como medida de supervivencia a las insostenibles condiciones en las que se encontraban en sus países de origen (OIM, 2013). A nivel mundial se ha observado que, en promedio, en la mayoría de los países, la población migrante internacional tiende a ser joven y saludable. Sin embargo, pueden cambiar su comportamiento y adoptar nuevas prácticas similares a la población local (asimilación), así como perder algunas de sus formas de comprender la realidad o sus costumbres y tradiciones (aculturación). Con esto, se pueden asumir nuevos riesgos para su salud mental, salud sexual y reproductiva, volverse más vulnerables al alcoholismo y uso de
drogas, sufrir cambios alimentarios o verse obligados a permanecer en espacios sin condiciones adecuadas de saneamiento, agua potable, entre otros. También pueden encontrar el limitado acceso a servicios de salud básicos, agravado por barreras culturales y lingüísticas que aumentan la vulnerabilidad para la población (Cabieses, Pickett, & Tunstall, 2012; United Nations, 2006; Van der Laat, 2017; World Health Organization, 2015). De esta forma, es de preocupación global la protección de migrantes internacionales, sobre todo si experimentan riesgos de vulneración de derechos, de privación o de salud durante la partida, tránsito y llegada.
La globalización y los movimientos migratorios de la población conllevan el problema de la transmisión de enfermedades y riesgos en la salud, tanto para los migrantes como para la población residente. En los últimos años el escenario mundial se ha visto desafiado por grandes masas de personas que se han movilizado desde países empobrecidos o en guerra hacia países más ricos, prósperos o con mayor estabilidad política y/o socioeconómica, como medida de supervivencia a las insostenibles condiciones en las que se encontraban en sus países de origen (OIM, 2013). A nivel mundial se ha observado que, en promedio, en la mayoría de los países, la población migrante internacional tiende a ser joven y saludable. Sin embargo, pueden cambiar su comportamiento y adoptar nuevas prácticas similares a la población local (asimilación), así como perder algunas de sus formas de comprender la realidad o sus costumbres y tradiciones (aculturación). Con esto, se pueden asumir nuevos riesgos para su salud mental, salud sexual y reproductiva, volverse más vulnerables al alcoholismo y uso de drogas, sufrir cambios alimentarios o verse obligados a permanecer en espacios sin condiciones adecuadas de saneamiento, agua potable, entre otros. También pueden encontrar el limitado acceso a servicios de salud básicos, agravado por barreras culturales y lingüísticas que aumentan la vulnerabilidad para la población (Cabieses, Pickett, & Tunstall, 2012; United Nations, 2006; Van der Laat, 2017; World Health Organization, 2015). De esta forma, es de preocupación global la protección de migrantes internacionales, sobre todo si experimentan riesgos de vulneración de derechos, de privación o de salud durante la partida, tránsito y llegada.
La globalización y los movimientos migratorios de la población conllevan el problema de la transmisión de enfermedades y riesgos en la salud, tanto para los migrantes como para la población residente. En los últimos años el escenario mundial se ha visto desafiado por grandes masas de personas que se han movilizado desde países empobrecidos o en guerra hacia países más ricos, prósperos o con mayor estabilidad política y/o socioeconómica, como medida de supervivencia a las insostenibles condiciones en las que se encontraban en sus países de origen (OIM, 2013). A nivel mundial se ha observado que, en promedio, en la mayoría de los países, la población migrante internacional tiende a ser joven y saludable. Sin embargo, pueden cambiar su comportamiento y adoptar nuevas prácticas similares a la población local (asimilación), así como perder algunas de sus formas de comprender la realidad o sus costumbres y tradiciones (aculturación). Con esto, se pueden asumir nuevos riesgos para su salud mental, salud sexual y reproductiva, volverse más vulnerables al alcoholismo y uso de drogas, sufrir cambios alimentarios o verse obligados a permanecer en espacios sin condiciones adecuadas de saneamiento, agua potable, entre otros. También pueden encontrar el limitado acceso a servicios de salud básicos, agravado por barreras culturales y lingüísticas que aumentan la vulnerabilidad para la población (Cabieses, Pickett, & Tunstall, 2012; United Nations, 2006; Van der Laat, 2017; World Health Organization, 2015). De esta forma, es de preocupación global la protección de migrantes internacionales, sobre todo si experimentan riesgos de vulneración de derechos, de privación o de salud durante la partida, tránsito y llegada.
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Colegio Médico de Chile
Instituto de Ciencias e Investigación en Medicina (ICIM), Facultad de Medicina CAS-UDD / Sociedad Chilena de Infectología
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Enfermedades infecciosas, Salud pública, Migración, Chile