Contreras, Felipe2018-01-022018-01-0201/08/2014Base, Diseño e Innovación, 2014, Vol.0, Nº1, pp.120-1250719-515Xhttp://hdl.handle.net/11447/1834Cuando conocí a Arturo era el típico joven bueno y soñador. Un idealista, un hombre altruista y utópico pero, creía torpemente yo, desconectado de cómo funciona la economía real, aquella que “de verdad” importa. Además, con el pasar del tiempo y de ir conociéndonos, me convencí que era además incansable: los correos, las llamadas, las conversaciones en medio de cualquier jornada en la que nos encontráramos. Un día le pregunté qué lo motivaba a estar en esta búsqueda permanente de su escuela de Surf y fue cuando empecé a comprender algo. “El surf puede sacar a niños de la vulnerabilidad, puede ayudar a que otros no pasen lo que yo pasé, el surf da confianzas que a veces la vida o tu círculo no ha sido capaz de otorgarte. El surf conecta a unos con otros, pero además de todo eso, a mí me encanta lo que hago y además sé que puedo vivir en el mercado actual” Por esos tiempos también conocí a Rodrigo, un emprendedor dinámico como se les llama, creador de esos emprendimientos que tienen la capacidad de crecer de manera rentable, rápida y sostenible en el tiempo. Su motivación tenía la misma raíz: había un problema que solucionar, la muerte de personas en la minería. Su tesis era que el 90% de los accidentes se daba por incidentes menores. Su solución: crear una red social para prevenir accidentes. La información la otorgan todos los usuarios apenas ven algún peligro.120-125spaInnovaciónInnovación: nuestro nuevo rockInnovation: our new rockArtículo